martes, 27 de diciembre de 2011

Como el más solitario del mundo.

Aborreces la monotonía, te atrapa dentro de ti misma y no te deja posibilidad de cambio. Como el más normal de los días decides encerrarte en tu habitación, poner la música al más alto volumen y dejarte llevar. Quizás solo sea una forma equivoca de dejar atrás tus problemas, de pasar unos minutos de felicidad en los que no piensas en nada. Quizás la mejor forma para olvidar no sea esa, pero es un derivado al que me gusta recurrir antes de emborrachar en alcohol una simple tarde como otra cualquiera.

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